La gente quiso ir para otro lado y fue hacia el lado de la libertad que la hizo esclava de sus posibilidades de supervivencia.
Imaginó que la libertad era la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra; sin embargo perdió de vista que esa capacidad de maniobra, en términos económicos, estaría limitada a sus percepciones.
Esa limitación llegó del lado de la esquizofrenia y la esquizofrenia ortodoxa hace padecer a la “no casta”.
La plebe, lentamente, agónicamente, comienza a entender que la agenda del gobierno nacional no los incluye. Por el contrario, los excluye.
Esa exclusión traza un límite que el entorno mileista no observa o no quiere observar; no interpreta o no quiere interpretar.
Pretenden creer que la agenda de la gente está más cerca del gobierno sin detenerse a mirar datos fácticos que revelan que la sociedad añora cada vez más al PeroKirchnerismo que les otorgaba un mejor pasar.
La sociedad es responsable de lo que vota y casi nunca acepta haberse equivocado sin embargo el apoyo a ese “error” conculca tras la frontera que establece la carencia traducida en necesidad y muchas veces en miseria.
También es cierto que “la Remington de la política” existe, sirve, pero es atemporal. Hay algo más tecnológico que es superador, el desafío es encontrarlo.
Milei es una barrera para el crecimiento comarcal. La 2 (Partido Justicialista) y la 3 (UCR) no existen más.
En la comarca existen una serie de desafíos. La gente teme y desconfía de la persona que promueve el cambio y no cree en nuevas ideas hasta que no tiene una larga experiencia con ellas.
Sin embargo, es difícil encontrar el momento para iniciar ese cambio necesario. Rogelio Frigerio parece haber interpretado el tiempo justo.
El tiempo justo para el desembarco pero en un contexto extremadamente difícil.
Nicolás Maquiavelo escribía en su obra El Príncipe: “Y hay que considerar que no existe nada de trato más difícil, de éxito más dudoso y de manejo más arriesgado que la introducción desde el poder de nuevos ordenamientos, porque el que introduce innovaciones tiene como enemigos a todos los que se beneficiaban del ordenamiento antiguo y como tímidos defensores a los que se beneficiarían del nuevo”.
Para ello es necesario tener una idea y un plan de ejecución claros del cambio a realizar y comunicarlo bien a todos los que se van a ver afectados por el mismo.
Rogelio Frigerio tiene claro su objetivo. Cambiar la lógica de un estado ineficiente, ineficaz y burocrático que limita el desarrollo de la provincia.
De seguro sabe que no hay nada más perverso para un proceso de cambio que un grupo de pesimistas.
La asignatura pendiente para la provincia sigue siendo construir y constituir un tejido productivo más sólido, más desarrollado y más justo con menor carga impositiva y oportunidades de inversión que modifiquen la lógica de tener al empleo público como agencia de colocación.
La innovación, como motor del desarrollo económico y social, debe ser parte de una estrategia provincial que apunte a la construcción de sistemas productivos diversificados con énfasis en actividades más intensivas en conocimiento.
El legado de Frigerio (Supremo) es la herencia. Administración de presente para asegurar un futuro promisorio. El desafío, convencer que el objetivo es posible.